Hola chicos, les dejó esta columna de un gran autor argentino llamado Roberto Arlt que además de publicar cuentos, novelas y obras de teatro, trabajó como periodista en el diario El mundo. Allí, sus Aguafuertes Porteñas (una serie de columnas costumbristas con tono popular y jocoso) terminaron siendo el principal motivo de consumo de esas grandes tiradas.
En esta se ocupa de la profesión del periodista desde un lugar poco académico. Sus palabras parecen muy actuales y sin embargo esta Aguafuerte fue publicada en 1929...
En esta se ocupa de la profesión del periodista desde un lugar poco académico. Sus palabras parecen muy actuales y sin embargo esta Aguafuerte fue publicada en 1929...
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"Para ser un buen periodista"
No me refiero a los buenos periodistas, que son escasos; me refiero a las condiciones que se necesitan para improvisarse un mal periodista como los que abundan, por desgracia, en nuestro país.
La figura del autor |
1ra condición: Ser un perfecto desvergonzado.
2da condición: Saber apenas leer y escribir.
3ra condición: Una audacia a toda prueba y una incompetencia asombrosa. Eso le permite ocuparse de cualquier asunto, aunque no lo conozco ni por las tapas.
2da condición: Saber apenas leer y escribir.
3ra condición: Una audacia a toda prueba y una incompetencia asombrosa. Eso le permite ocuparse de cualquier asunto, aunque no lo conozco ni por las tapas.
Satisfechas estas condiciones, usted puede triunfar, es decir, convertirse en uno de esos perdularios de cara patibularia que lleva a la cola un fotógrafo desencuadernado y que, en cuanto suceso ocurre en la calle, hacen acto de presencia entre la admiración de la gente que cree que los periodistas se lavan la cara y “son personas preparadas”.
De más está decirte, estimado consultor, que la sociología no sirve absolutamente para nada en la profesión de mal periodista. Ni tampoco los dos años de Nacional. Ya ve usted que no puede pasar de tercer grado…
Lo que usted quiere es un empleo
Usted no quiere ser periodista; lo que pretende es un empleo en un diario, y tiene razón en poseer esas ambiciones, porque en la mayoría de los diarios abundan como las moscas negras los empleados, y escasean como las moscas blancas, los periodistas. Dedicarse al periodismo por vocación y porque, en realidad, se poseen cualidades para ellos, está bien, pero muy bien. Mas es el caso que el gran porcentaje de la gente empleada en los diarios está en ellos por la necesidad de ganarse unos pesos; nada más. Así llegan al periodismo infinidad de individuos que no tienen cabida en otra parte ni sirven para nada. Cuando un individuo se da cuenta de su insuficiencia para toda actividad, exclama con un tupé desconcertante: “Me voy a dedicar al periodismo”.
Es fabulosa la cifra o porcentaje de cuadrúpedos que se encuentre en esta profesión.
Uno no sabe si indignarse o reírse, pero de hecho, comienza por admitir que si uno se pudiera convertir en un Mussolini, lo primero que haría era mandar a la cárcel a cuanto individuo se dijera periodista. ¿Usted se acuerda de la historia del “Buen Mozo” de Guy de Maupassant? Es la historia del noventa y cinco por ciento de las personas empleadas en los diarios. Un individuo que se encuentra en la vía y tiene que dedicarse a robar o al asalto en banda, tropieza con un amigo y el amigo se lleva las manos a la cabeza, indignado de ver a un hombre que se ahoga en un vaso de agua. Y exclama:
– Pero ¿por qué no te dedicas al periodismo?
– Pero si no sé escribir – contesta Buen Mozo
– ¿Quién te ha dicho que para ser buen periodista hay que saber escribir?
Y Buen Mozo se convierte en periodista.
Oficio para vagos
Un periodista en la década del 20´ |
Sin embargo, estos individuos que nos merecen un desprecio cordial son útiles en ciertas formas de las muchas actividades que reviste el periodismo subalterno. Es decir, insustituibles.
El buen periodista
El buen periodista es un elemento escaso en nuestro país, porque para ser un buen periodista es necesario ser buen escritor. En Europa encontramos que el periodismo cuenta en sus filas con los mejores literatos, políticos, figuras científicas… En fin, si es dado dirigirse al público cuando se han demostrado condiciones de superioridad mental; y no hay ministro de Estado que previamente no se haya dado a conocer como colaborador de algún diario.
Se me argüirá que aquí podría ocurrir lo mismo; pero lo grave está en casi todos nuestros políticos, apenas si saben leer y escribir; y nuestros escritores… Pero ¡yo soy un individuo sensible! No, no voy a hablar mal; no quiero hablar mal porque no pasa un solo día sin que algunos de los que pretenden conocerme exclame:
-¡Este tío está cada vez más envenenado!
Y lo curioso es que yo soy un tío cordial y optimista.
Aguafuertes Porteñas por Roberto Arlt
31 de diciembre de 1929