Chicos, les dejo otro texto que complementa el
de Eco y también habla sobre la objetividad en el periodismo. Sería genial que
lo impriman porque lo vamos a trabajar en clase (ambos grupos).
Por favor, léanlo y durante el sábado o domingo posiblemente suba uno más (estén atentos) ¡Que tengan un hermoso fin de semana!
Por favor, léanlo y durante el sábado o domingo posiblemente suba uno más (estén atentos) ¡Que tengan un hermoso fin de semana!
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La función del periodista se basa, en
principio, en la selección de acontecimientos que se consideren
periodísticamente importantes. A partir de este punto se considera que la
objetividad no sólo depende del objeto y del sujeto, sino también del proceso
de producción del conocimiento. El periodista es el enlace del conocimiento de
los médicos, economistas, científicos y políticos con el ciudadano, cabiéndole
un rol social legitimado en la transmisión del saber cotidiano y como traductor
del saber de los especialistas para todo el público.
Ahora bien, en principio la corriente
del “nuevo periodismo” ha puesto en crisis la distinción entre ficción y
realidad. Los periodistas desarrollan, en muchos casos, hechos en los que no
estuvieron presentes y los relatan como si hubiesen asistido a ellos.
Este fenómeno genuinamente
norteamericano tiene sus comienzos en la década del 70 donde, en la estructura
narrativa, lo anecdótico se convierte en lo real y los pequeños hechos dan su
lugar a los grandes acontecimientos. En lo cotidiano, la imaginación comienza a
tener importancia periodística y la realidad se confunde con la ficción. Es
curioso observar en las redacciones como se da el cuestionamiento entre los
periodistas sobre su propio trabajo y la posible falta de objetividad en el
mismo. Ante esta situación los periodistas establecen una serie de estrategias
para sostener la objetividad de su narración, la posible censura y la crítica
de sus jefes. El uso de comillas, muchas veces, pone el texto en boca de otro
para afirmar hipótesis personales. Se presentan en primer lugar los hechos
esenciales y luego los comentarios.
La “objetividad” es utilizada como
ritual estratégico para la defensa reforzando la convicción de que los “hechos
hablan por sí mismo” introduciendo la opinión del periodista haciéndole creer
al público que el análisis de la noticia es importante y definitorio. La
objetividad sería distinguir y separar la noticia del comentario, recordemos
que en el modelo de periodismo liberal-burgués “los hechos son sagrados; el
comentario es libre”.
La objetividad promueve la
descripción de los principales hechos desconectados de las relaciones de clase
en que se dan. Según Gouldner “El objetivismo es un discurso que carece de
carácter reflexivo; enfoca unilateralmente el “objeto”, pero oculta al “sujeto”
hablante para quien es un objeto; así el objetivismo ignora el modo en que el
objeto mencionado depende, en parte, del lenguaje en que es mencionado y varía
de carácter según el lenguaje o la teoría usados”. Debemos recordar que no sólo
el observador modifica con su mirada lo observado, sino que también la mirada
del observador es modificada por el fenómeno observado.
Para Umberto Eco la producción del
hecho-noticia es un problema que ha madurado en los últimos tiempos, y ha
cambiado la ideología del periodismo y de la noticia. Nos encontramos ante la
producción de mensajes por medio de mensajes. “Con el nacimiento de los grandes
circuitos de información, gesto simbólico y transmisión de la noticia se han
convertido en hermanos gemelos: la industria de la noticia necesita gestos
excepcionales y los publica, y los productores de gestos excepcionales tienen
la necesidad de la industria de la noticia para dar sentido a su acción”.
La mente humana no funciona como una
máquina de calcular infalible y fría. Responde a impulsos variados: el deber,
la devoción, la codicia, los rencores, las pasiones dogmáticas y los caprichos
triviales, la vanidad desabrida, retazos de locura y el azar que componen una
sinfonía discordante. Los odios y las ambiciones se entrelazan con las virtudes
y los ideales, hasta en los mismos actores, han hecho rodar gobiernos como
revoluciones, tanto unos como otros. “La objetividad –afirma Becheloni- es un
concepto ideal-típico, como tal no existe, pero su presencia es conocible: una
tensión permanente hacia la verdad”.
Según Eco la solución transitoria la
problemática de la objetividad es “saber construir por la información un
continuo discurso crítico sobre la propia modalidad, reflexión sobre las
condiciones ficticias y reales de la objetividad, análisis de la noticia en
cuanto tal, reconocimiento explícitos de los casos en que la noticia proviene
de hechos y en aquellos en que ésta habla de otras noticias” Entonces, como
señalan algunos autores “la objetividad, en su versión liberal-burguesa, es un
mito, una mentira subjetiva trasvertida y los medios informativos son el lugar
donde las sociedades industriales producen nuestra verdad”.
Ernesto
Martinchuk es Periodista - Docente - Investigador - Documentalista. (Especial
para ARGENPRESS.info)
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