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"Warhol, el personaje que fue su verdadera obra"
Andy Warhol fue desde el principio un hombre lleno de contradicciones y al que rodeó la polémica. Se cuestiona su obra cinematográfica, considerada por muchos como pionera y una gran influencia en el cine posterior mientras que otros la califican como experimentos sin sentido, pretenciosos e impactantes pero muy vacíos. Sus trabajos en pintura han llegado a ser calificados como una broma de mal gusto por sus críticos mientras que gente de todo el mundo compra sus famosas láminas por miles. ¿Es pues Andy Warhol un artista significativo o un producto de marketing? No podría contestar a eso, pero en mi opinión y en la de muchos, la verdadera obra de Warhol fue su propio personaje.
Tras una primera etapa en la que trabajó como ilustrador de zapatos y realizando todo tipo de campañas publicitarias, en los años sesenta Warhol comienza a hacerse un nombre y también a crear a su propio personaje. Tomando como referencia a los artistas del movimiento conocido como Pop-Art que había comenzado en Inglaterra en los años cincuenta, Andy comienza a tomar elementos propios de la cultura americana, como las famosas latas de sopa o los botellines de Coca-Cola y los hace aparecer en sus cuadros. Pronto se suman otros elementos como el billete de dólar o actores y actrices leyendas del momento. Esta es quizás la imagen más frívola del artista, la que ha quedado en la mente de todos y la que mejor se le daba representar. Pero también hay otra cara del pintor, la que mostró en cuadros en los que plasmó peleas callejeras, suicidios y hasta la silla eléctrica, quizás la unión entre este mundo más duro y oscuro y los iconos pop que lo encumbraron a la fama.
En este momento de su vida, Warhol comienza a crearse su propia leyenda. Un personaje frívolo, incluso superficial, siempre rodeado de músicos, actores y bohemios en fiestas en las que el alcohol, las drogas y el libertinaje eran habituales. Eran los años sesenta, la época de la revolución hippy y del levantamiento contra todo lo que fuera la moral reinante. Las fiesta de Warhol en The Factory, su estudio de Nueva York, eran prácticamente diarias y todo aquel que deseaba tener un nombre en el mundillo underground estaba allí. Los que conocen a Warhol afirman que sin embargo, este era una persona muy religiosa y que a menudo, tras las largas fiestas y bacanales, acudía a los servicios religiosos de la iglesia católica bizantina, confesión a la que pertenecía.
A pesar de estar siempre en el ojo del huracán y permanentemente expuesto en los medios, Andy Warhol fue capaz de cubrir con un opaco manto su vida privada. De su gran religiosidad apenas se supo nada hasta su muerte y lo mismo ocurría con su sexualidad. Era capaz de ser un gran militante de la causa homosexual, su cine es un alegato reivindicativo de este movimiento y la mayor parte de sus películas se estrenaron en cines X homosexuales. Pero sin embargo, su imagen pública era totalmente reservada y le gustaba crear sobre él un halo de asexualidad, como si estuviera por encima de los humanos deseos carnales. En las entrevistas no contestaba más que con monosílabos y dejaba que fueran amigos y representantes los que respondieran por él, a veces con la verdad y a veces con historias inventadas. Curiosamente, alguien que era el terror de cualquier periodista por el muro que tenía levantado ante sí, fue en 1969 el creador de la famosa revista Interview.
No son pocos los que creen que esta manera de comportarse por parte de Warhol es causa directa del rechazo que sufrió en los círculos culturales y artísticos de Nueva York en sus inicios. Su evidente homosexualidad y su amaneramiento fueron comentados como motivo de rechazo por parte de esta élite que se negaba a abrirle las puertas. Warhol no se desanimó y creó su propio círculo en el que incluyó a todos los excluidos y, gracias a sus grandes conocimientos sobre cómo funcionaban la fama y los medios, convirtió a muchos de ellos en figuras muy conocidas. El caso más famoso es el de la Velvet Underground, grupo del fallecido Lou Reed, del cual fue mánager y productor durante un tiempo.
En los años setenta Warhol deja de ser el artista rompedor y comienza su época más tranquila y también más comercial. Durante esta década adapta su estilo para que encaje mejor en las galerías de arte. Aunque muchos pueden decir que fue una evolución lógica en la carrera de un pintor, lo cierto es que es fácil ver que fue un movimiento comercial. Warhol se dedicaba a rondar a todo tipo de famosos y los famosos a él en el famoso Estudio 54. Cualquier personaje conocido del cine, la música o incluso de la política era un buen objetivo para sus pinceles. Le daba al público lo que quería ver. En esta época no duda incluso en diseñar pinturas para coches en lo que muchos consideran un comercialismo extremo. Ya a finales de esta década casi toda la crítica está de acuerdo: Warhol se ha convertido en un pintor superficial y comercial que no aporta nada artísticamente hablando.
En los ochenta decide dar un giro a su carrera y comienza a interesarse por los nuevos artistas y movimientos que surgen en toda Europa. Sin embargo, para muchos es tan solo otro inteligente movimiento comercial más que una evolución artística. En lugar de apoyarse en famosos y estrellas, ahora Warhol se une a los incipientes artistas en otra de sus famosas simbiosis: el aporta su fama y su apoyo y ellos su credibilidad y sus ideas renovadas. Continúa pintando a celebridades, pero también realiza sus propias versiones de cuadros clásicos.
Warhol fallece en 1987 a consecuencia de complicaciones postoperatorias tras una intervención de vesícula. Todas sus propiedades fueron legadas a su familia que descubrió que escondía una fortuna aún mayor de la esperada debido a sus inteligentes inversiones financieras. Otro punto que demuestra la personalidad de Warhol, tan interesado en los negocios y el dinero como en el arte, incluso más según sus detractores. Parte de ese dinero se ha invertido en la Fundación Andy Warhol Para Las Artes Visuales, dedicada al apoyo a artistas rompedores y a la difusión de su obra. Una prueba más de la necesidad de Andy Warhol de pasar a la historia y no ser olvidado
Conclusión
Nos encontramos pues con una persona muy religiosa que compaginaba sus visitas a la iglesia con su participación en las que eran consideradas las fiestas más salvajes de la época y con la filmación de películas calificadas como de alto voltaje sexual. Un hombre que al ver frustrados sus intentos de penetrar en los círculos intelectuales de Nueva York crea su propio círculo underground y sabe venderlo a los medios como la alternativa cultural. Un artista que se rodea de otros artistas en relaciones simbióticas en las que unos se alimentaban de los otros.
Paladín del movimiento gay y, sin embargo, capaz de quedar con el mismísimo Ronald Reagan para charlar y para retratarlo. Un hombre que decía pintar los iconos populares, pero que no duda en retratar a un jovencísimo Miguel Bosé para la portada de un disco y aparecer en uno de sus video-clips a pesar de reconocer en privado que de él solo sabe que es el hijo de un torero, todo ello por una gran cantidad de dinero.
Contradictorio en sí mismo y más querido por el público en general que por la crítica, Warhol posiblemente hubiera pasado desapercibido si su obra no hubiera estado sostenida por su personaje, el cual fue en mi opinión y en la de muchos, el auténtico soporte de su fama junto con su gran capacidad para ver el talento ajeno y, eso sí, su generosidad a la hora de apoyar y patrocinar a sus amigos.
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